Seguir
a Jesús en la Humildad y el Servicio
“Se
levanta de la mesa… se quieta los vestidos…toma agua y les lava los pies a los
discípulos” (Jn 13,2-5)
Qué contraste tan grande entre el esplendor de Jesús y
el gesto que hace. Con la introducción que hace Juan en el capítulo 13 se
pensaría que Jesús iba a hacer un GRAN MILAGRO y lo que hace es trabajo de
esclavos. Los apóstoles serán sacerdotes para SERVIR a los demás, como Jesús
sirvió a la humanidad.
Se hace necesario volver al inicio de nuestro
cristianismo y ver al Maestro lavando los pies a sus discípulos incluyendo a
Judas. Las palabras que seguirán en el curso de la cena: “Hagan esto en recuerdo mío” (Lc 22,19) no pueden ser separadas de
aquellas: “Les he dado ejemplo
para que también ustedes hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Jn
13,15)
Cualquier ministerio en la Iglesia debe estar marcado
por el servicio, ser seguidor de Jesús es sinónimo de ser “servidor” y
constantemente se le debe estar pidiendo a Dios la capacidad para estar
dispuesto a servir a los demás. Muchas personas que en la Iglesia reciben
puesto de poder sienten la tentación de volverse autoritarios, se dejan
deslumbrar por las reverencias que los demás les hacen y se olvidan de la
humildad, dejándose guiar por los patrones materialistas de nuestra sociedad.
Qué debemos hacer para no olvidarnos de la “dimensión
del servicio?” Es necesario verlo en la cruz y pedirle la fuerza para seguirlo,
imaginarnos verlo a los pies de los discípulos y seguirlo.
Toda profesión trae la marca del servicio, trabajamos
en buena parte para hacer la vida más agradable a los demás, claro que hay
profesiones en las que el servicio es mayor, curiosamente son las menos
apreciadas por la sociedad o las de menor remuneración. Pensemos en las labores
domésticas, todos debemos alimentarnos y alguien debe preparar la comida. Todos
sabemos que en una casa aseada y ordenada mejor se descansa. Toda ropa debe ser
cuidada y… quién se encarga de todo esto? Se valora a la persona que lo hace?
La importancia del servicio material es patente y
exige elevadas cualidades para desempeñar esta misión. Ser servidor en un
retiro de Emaús no es para dar pantallazos ni usar las máscaras que tanto
criticamos. La gente nos ve y nos analiza y comprenderá la fuerza que sale del
corazón cuando hacemos las cosas con amor, pues en todo servicio debemos dejar
una huella de espiritualidad.
Qué movió a Jesús a tomar el gesto de lavar los pies a
sus discípulos? El 19 de abril del 2.008 el Papa Benedicto les decía a los
jóvenes seminaristas en Estados Unidos: “Rechacen cualquier tentación de exhibicionismo oportunismo o vanidad, tiendan a
un estilo de vida caracterizado por la caridad y la humildad a imitación de
Cristo, del cual ustedes deben ser imagen viva”. Este mismo mensaje debe
llegar para nosotros caminantes que queremos ser servidores.
Algunos servidores buscan “servirse” del “Servicio”,
otros buscan granjearse amistades que puedan reportar beneficios en sus
carreras. Esto lo hacemos muchos sacerdotes que no entendemos lo del servicio y
entrega generosa de manera especial con los más necesitados. En Mc 12, 38 ss
nos dice Jesús: “Guárdense de los
escribas que les gusta pasearse con amplios ropajes, ser saludados en las
plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas”.
El mejor modo de no dejarse contagiar por la obsesión
de los cargos y títulos es mirar a Jesús. Si dejamos que Cristo reine en
nuestra vida, no nos convertiremos en dominadores, seremos servidores.
SERVIR
CON LA PRESENCIA: Las cosas
materiales acaban siempre por dañarse, no son eternas, se hace necesario
arreglarlas o conseguir otras nuevas. Siempre debe haber en casa alguien con la
disponibilidad para solucionar los problemas caseros. Este es el don de los que
sirven a los otros, producir tranquilidad con su presencia. Eso es “saber
estar”. Nos recuerda a Jesús que está allí, en el sagrario, siempre
disponible para cuando lo necesitemos.
SERVIR
CON LA VERDAD: Eran muchos los que
escuchaban a Jesús, tanto por su autoridad pues enseñaba lo que vivía como por
el modo de exponer. Los apóstoles aprendieron de Jesús ese paciente y constante
servicio a la verdad. Siendo nosotros los servidores de Cristo, lo mínimo que
esperan los demás es que seamos servidores en favor de la verdad y con más
urgencia hoy que la mentira trata de reinar entre nosotros. Qué bueno sería
decir siempre la verdad en el hogar y convertirnos en servidores de la verdad.
SERVIR
CON CREATIVIDAD: Con la Encarnación,
Jesús trajo consigo una perenne novedad, el él todo era novedoso, su manera de
llegar al mundo y su continua relación con pecadores y publicanos. Es conocida
la expresión en Mateo 5 cuando dice “Han
oído que se dijo, en cambio yo les digo”.
Toda la vida y acción de Jesús fue llena de elementos novedosos y es
nuestro deber dar originalidad y creatividad a nuestro servicio. A lo largo de
la historia nuevos personajes van renovando la imagen de la Iglesia en la
novedad del servicio de acuerdo a las épocas y ambientes en que se vive.
SERVIR
DESDE LA COTIDIANIDAD: Muchas veces
el creyente no se percata del modo como actúa la gracia de Dios en sí mismo y
muchos menos logra evaluar un adecuado crecimiento. En Mc 4,26 encontramos la
narración de la semilla que es depositada en el campo y de día y de noche va
creciendo sin que el campesino sepa cómo se da.
A veces lo que nos motiva es la recompensa: “Yo hice tal cosa, tengo
derecho a esperar tal otra”. Pero la actuación de Dios en nuestras vidas no es
nada previsible. Actúa como quiere y cuando quiere, solo desea que estemos
atentos en el día a día para apreciar su presencia y vivirla en el servicio.
A
QUIEN SIRVES? “Todo aquel que dé de beber tan solo un vaso
de agua a uno de estos pequeños, no se quedará sin recompensa” (Mt 10,42) Sabiendo
el servidor que sirve en nombre de Jesús y en la persona servida está Jesús mismo, hará el servicio
con agrado y felicidad, pues está actuando en el mismo nombre de Jesús. Ese fue
el ejemplo que Jesús transmitió.
P. OSWALDO JARAMILLO OSORIO