La profundidad de La Gracia de Dios
Las personas oyen la
palabra gracia y lo primero que le viene a la mente es Juan Calvino o Jacobo
Arminio. ¿Acaso dice la Palabra que la ley vino por medio de Moisés, pero la
gracia la trajo Juan Calvino? Porque ciertamente fueron ellos instrumento del
ES para quitar el velo de la religión, es decir, aquella forma intencionalmente
manipulada e interesada de acercar a un Dios lejano a través de las buenas
obras o la compra de indulgencias para lograr el perdón de pecados.
Pero con el paso del
tiempo, los protestantes se fueron al otro extremo del concepto de La Gracia y
le cambiaron el verdadero sentido y volvieron el protestantismo en una religión
más. De ahí provienen las batallas religiosas con improperios de un lado y otro
para atribuirse la posesión de la verdad.
También se escuchan
declaraciones como:
“La gracia hay que
predicarla con mucho cuidado o las personas la abusaran”
“La gente puede usar
la gracia como una licencia para pecar”
“La gracia la tienes
que predicar con balance porque de lo contrario te puedes ir a un extremo”.
Jesucristo es la GRACIA personificada:
Juan 1:17: Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo.
La GRACIA =
Jesucristo.
Por lo tanto, todas aquellas preocupaciones están fundamentadas en el temor, la mentira y la ignorancia, falta de entendimiento, el desconocimiento del verdadero significado de la gracia y su efecto en los que han “nacido de nuevo, los verdaderos Hijos de Dios”.
Cuando la gracia de
Dios realmente se apodera de ti, es imposible que la persona sienta impulsos de
pecar, porque lo motiva el amor, el inmenso agradecimiento y fidelidad a aquel
que le perdonó su pasado y le dio un nuevo sentido a su vida. El asunto es de
“enamoramiento” de verdad”, es como encontrarse un tesoro muy valioso, y
venderlo todo para quedarse con él. Quiere estar todo el tiempo con él y
disfrutarlo. Es el empoderamiento de
Dios dentro de nosotros para llegar a ser todo lo que él quiere que seamos y a
hacer lo que nos ha llamado a hacer.
Creer que la gente
se incita a pecar si se le perdona todo sin pagar nada a cambio es un criterio
retrógrado y apegado a la ley anterior a Cristo, porque desvirtúa la Palabra de
Dios que dice que le ha sido puesto un nuevo corazón a la imagen y semejanza de
Dios, guiado permanentemente por Dios: esa es la Única razón por la cual Dios
nos permitió llamarnos Hijos, porque ahora somos Su imagen y Su semejanza.
Para muchos religiosos
es más fácil mantener a las personas esclavizadas obedeciendo como borregos
intimidándolos con castigo eterno en el futuro juicio de Dios que enseñarles la
obediencia que es por la fe.
Romanos 1:5: por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre
Cuando subestimamos el poder que tiene Cristo de vivir dentro de nosotros – terminamos con un evangelio errado, centrado en la voluntad humana para obedecer intenciones de hombres y no en el querer como el hacer que Dios mismo produce en sus hijos.
Filipenses 2:13: porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Es cierto que La gracia nos da licencia para pecar. Pero en el verdadero amor, aquel que valora lo que le fue regalado, no hay infidelidad, solo agradecimiento. Para el agradecido, pecar es sinónimo de traición.
Tito 2:11-12: La gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres NOS ENSEÑA a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos y en su lugar a vivir sobria, justa y piadosamente.
En otras palabras,
la gracia nos libertó del pecado para no pecar más. El problema es que no la
valoramos lo suficiente. Debemos cambiar el enfoque.
Imagínate a un niño en el piso jugando felizmente con uno de sus juguetes, sobre una mesa hay muchos otros juguetes a los cuales el niño no le está prestando atención, de repente el padre entra a la habitación y le dice; ¿ves esos otros juguetes en la mesa? ¡Quiero que ni siquiera los toques? ¿Entendiste?
El enfoque del niño
estaba en el juguete con el cual él estaba jugando, sin prestarle atención a
los otros juguetes, sin embargo, cuando el padre entró y le dijo lo que no
debía hacer, su enfoque cambió de lo que estaba disfrutando a lo que era
prohibido. ¿Qué sucedió? El niño se cansó del juguete con el cual estaba
jugando y se fue a jugar con el “juguete prohibido”.
Eso me acuerda de la
historia de Adán y Eva. El diablo logró desenfocarlos con su mentira.
Esto es precisamente lo que Pablo considera en Romanos 7:7, cuando dice que él no hubiera conocido el pecado a no ser que algo se lo mostrara, en este caso, la ley se lo hizo descubrir:
Romanos 7:7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? De ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino hubiera sido por la ley; porque tampoco hubiera conocido la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.
Con el conocimiento de la gracia cambia nuestro enfoque del pecado frente a la ley (es decir, frente a lo que nos habían enseñado). La ley lo evidencia, lo prohíbe, pero la única solución que te da para no pecar es reprimirse, castigar la tentación, pero, NINGUN hombre descendiente de Adán hasta hoy podrá JAMÁS vencer el pecado, porque nace con la simiente pecaminosa que lo incita a pecar, a menos que acepte confesando con su boca y creyendo en su corazón la Gracia inmerecida que Dios nos ofrece: el sacrificio de Jesús por sus pecados.
La gracia centra tu atención en Cristo, no en lo que debes hacer; y obedeces, no por temor a un castigo sino por agradecimiento, por amor, anhelando conocerlo cada día más por Su espíritu dentro de ti.
La ley castiga a causa del temor, la gracia estimula y atrae
a causa del amor: dos modelos de trato con los demás que también hoy día
aplican en estrategias de productividad en las empresas. Cual es más eficiente?
2 Corintios 13:14: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
La gracia es Cristo viviendo en ti, expresando Su vida a través de ti, viviendo un estilo de vida que honra y glorifica Su nombre. Es la respuesta a nuestra petición diaria: “Padre nuestro que estas en los cielos…venga tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”
Romanos 6:1-2 ¿entonces, qué diremos? ¿Continuaremos pecando para que el perdón de Dios abunde? En ninguna manera. Porque si hemos decidido morir al pecado, ¿cómo persistiremos aún en él?
Estudio personal Jorge Alberto Coral
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